Vicious Cycle versus Virtuous Circle!

This theme brings me right to the idea, the image of the rat drum that rotates and where mice and other rodents “exercise” without stopping. This is typically the Vicious Cycle par excellence, where…

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Descubriendo mi bisexualidad.

Desde que tengo recuerdos, solo sé que nunca pude relacionarme con mujeres libremente, como tampoco pude establecer vínculos estables o profundos con las personas o formar parte de grupos.

Pero con las chicas particularmente hoy, y desde hace un tiempo, es que empiezo a historizar cómo fue mi relación con ellas desde que bueno, supe me gustaban o bien, acepté me gustaban.

Una mejor amiga en pre jardín, jardín y hasta — si mal no recuerdo- , segundo grado. Mejor amiga a medias, porque nos conocimos poco, me mentía mucho y efectivamente la relación no duró mucho más hasta que como conocidas que se aprecian nos reencontramos muchos años más tarde, terminada la secundaria.

Una mejor amiga de primaria, hasta 5to grado, que también me conoció poco, pero que quería mucho. Ella era muy bonita: rubia, pecosa, blanca como la leche y con ojos azules. Y casualmente se llamaba y llama sol. Una princesa de la cual también me alejé cuando en 6to grado las disputas amorosas y de grupos de amigues empezó a darse.

En primer año conocí a la primer mujer que de cierto modo marcaría mi vida. Quizá recién la nombro así, pero ella era y fue durante mucho tiempo una especie de sostén, una guía, una piba que no solo para ese mundo adolescente era una putita, sino una putita que sabía cómo tratar a los hombres, cómo manejarlos, cómo salirse con la suya. Una piba que, amaba leer novelas, -por ella empecé a leer y de hecho a estudiar inglés también- que con el tiempo empezó a leer libros de historia, de política, a meterse en los modelos de naciones unidas donde simulás ser representante de una nación y debatís política a morir sin saber muy bien -a veces- lo que representás.

Recuerdo que subia sus piernas en mi regazo, me mostraba sus pelos de piernas en invierno, me contaba de sus chongos, cómo tenía sexo, me mostraba sus libros, — que ya en cuarto año eran sobre el che guevara y muy emocionada me contaba que había visto la tan famosa película “diario de motocicleta” — Ella fue mi primer motor, que también en muchos sentidos me liberó de desconoidos pero arraigados roles de género.

Teníamos un grupo de amigas, en el que no encajaba, — como siempre me pasó, porque, intensa y detestable para la gente siempre-, porque también de repente: — Melisa, sos torta! Cuando movida por la duda, por el deseo, por el desconocimiento, quería abrazar a mis amigas, darles abrazos, acariciarlas, quizá tocar sus tetas, mirarlas. Si estaba bien o no, cómo saber.

Por esos años, ebria, como un juego chapé por primera vez con una chica que ni siquiera me gustaba. Yo solo quería besar y que fuera una chica. En fin. Ese particularmente, fue horrible.

El próximo beso se daría con una piba de una forma muy tosca. Ella movida por el desamor de una ex relación, muy machista, muy mecánico todo nuestro sexo a secas.

Y vos qué sos? Me preguntaban mis compañeros de facultad. — Yo qué soy!?, me preguntaba. Era bisexual? Iba a ser lesbiana e iban a dejar de gustarme los hombres? Cómo es estar con una chica si apenas puedo hablarme con ellas, si apenas pueden caerme bien?

Así, en el 2015, creo, fui por primera vez a buenos aires y ahí tuve mi primer experiencia sexual en un trio. Que fue la mejor hasta el momento. Y lo mejor, fue estar con ella. Y doblemente mejor, fue volver a estar con ella a solas. Estaba muerta de ganas, pero reprimidisima, con tanto miedo que ella tuvo que besarme. Pero valió la pena. Los dedos, el cunnilingus, el dildo y el dormir abrazadas. Hoy, lamentablemente no hablamos.

Pero, seguía sin tener amigas, sin hablar con chicas, sin saber cómo o de qué. Negada a poder establecer vinculo alguno. De qué se habla con mujeres? Por qué me encuentro con jipis, conciliadoras, desinteresadas de la política, de la frikiada, tratandome siempre de agresiva? Son todas así?

Hasta hace poco estas eran mis preguntas. Me sentía horrible.

Ya en 2016, militando, no sé cómo o por qué empecé a sentir interés por una compañera de mi agrupación. Por lo que una noche, otra vez ebria, la encaro, chapamos y todo sigue en mi pieza. Todo sigue hasta hoy, pero, hubo y hay muchos problemas que me merecen otro escrito.

Entonces? Me gustan las chicas? Sí? Sos bisexual?

Me sigue costando tener amigAs y ni hablar de cómo entablar conversación con una chica que me atrae. En terapia y conmigo misma, me pregunto si será una misoginia internalizada; empiezo a pensar en el psicoanálisis y las relaciones con mi madre, que recién después de mudarme pretendí, -movida por mi militancia feminista-, comenzar a establecer el vínculo que nunca existió con ella. La psicóloga me aconseja bien: — No pretendas que te empiecen la conversación, empezala vos. Contá cuáles son tus intereses. -Ay, pero Gabriela!, no sé cuáles son mis intereses. Es más fácil si los veo reflejados en otro y ahí yo le sigo.

ASÍ. Dale, que se puede. — Me digo- , tengo que salir de esto.

Leer notas sobre bisexualidad, conocer a gente bisexual y militante, enterarme de todos los prejuicios, mitos, basura sobre las personas bi.

Una comunidad LGBT para la cual no existimos o nos invisibiliza, tanto que en países como Brasil, somos el nuevo foco de prejuicios sobre ITS. Les traidores, indecises, el unicornio de la pareja abierta, la del trio, la mitad y mitad, — esto último me estuvo persiguiendo durante bastante tiempo, no era lo suficientemente bi; no lo soy-, les infieles, la competencia.

Soy bisexual? Por qué no pan, poli? Y la historia del movimiento? Te conté hasta ahora que todavía sentía vergüenza de gustar de una chica, de sentirme deseandola? Y vos, preocupandote por la historicidad del término.

Sí, B I S E X U A L. No binarista. No transfóbica.

Fines 2017, después de una propuesta de sexo que me toma muy de repente empiezo a fantasear con quien me propone. Ay, qué vergüenza por favor! Porque una cosa es la acción sin sentimiento, sin emoción. Cualquiera besa, coje y no siente. Pero sentir… SENTIR! Eso es otra cosa y lo estaba dejando ser y me estaba muriendo del miedo. Me estaba sintiendo bisexual y no monogámica. Todo a la vez, te deseo, me gustas, no puedo más.

Con la persona de la propuesta “indecente (?” nos besamos, pero quedó en eso, en “estoy probando”.

Con otra amiga, hace relativamente poco nos besamos y yo muerta de vergüenza — de nuevo- porque le tuve que confesar que “me mojé” cuando pasó.

Yo, aprendiendo a relacionarme con mujeres y con este deseo bisexual que está muerto del miedo, muerto de la vergüenza, muerta de angustia y encima se enamora de mujeres. Se enamora, sí.

Yo, por primera vez mirándolas diferente, deseandolas, pero sin saber cómo avanzar, cómo preguntar. Yo, endulzándome de mirarte y que me beses, para desearte y quererte tocar. Dios. A veces pareciera cria descubriendo su sexualidad a los 6 años que quiere tocar unas tetas. Que te quiere meter lengua, meter mano, jugar con dildo y con gel, que quiere la acaricies y quiere dormir con vos, para después almorzar juntas.

Ay, pero esta bisexualidad nos tiene atrapades. Atrapades en el monosexismo, en el prejuicio hetero, homo e incluso el nuestro propio. Una bisexualidad que se señala, de la que se desconfía porque quizá es solo una etapa y porque es cambiante, — como la sexualidad misma-.

Una bisexualidad que no solo nos expone a la discriminación y al juego, sino que nos expone y vulnera emocionalmente. Nos expone cuando nos gusta alguien y tenemos que esconderlo por el qué dirán y tenemos que desear a escondidas. Nos vulnera emocionalmente, cuando la persona con la que salís, acostumbrada a estar con personas de género opuesto te invisibiliza o evita en público y apenas si te da demostraciones de cariño.

Todavía no sé si salí del closet o no. Del propio, — porque hasta mi mamá sabe de mis historias con mujeres-, pero sé y estoy convencida que la bisexualidad es una orientación sexual, es una identidad, es una lucha política y como todas, está también atravesada por la monogamia, los roles de género y los infaltables mitos de amor romántico. La bisexualidad que vivo está plagada de miedos y de competencias porque la/s chicas que me gustan se van con varón, con el conocido, con el portador fálico del que muchas hablan. La bisexualidad que vivo está plagada de historias complejas, de idealizaciones, de simbiosis incompletas, de frustraciones y deseos. De deseos de comprenderte, de conocernos, de acompañarnos, de gustarte, de mimarte, de lucha conjunta, de militancia, de abrazos, de sexo, de lenguas, de besos y sobre todo de muchas ganas de gritarnos a la cara que podemos y lo hacemos. Que deseamos bisexualmente, que no estamos incompletas, que no estamos confundidas, que no somos egoístas, que no somos ni soy tu juego, que no es esta noche bi y mañana soy la hetera y que no, no estamos probando y nada más. Estamos descubriendo nuevas formas de dar y recibir amor y placer.

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